martes, 24 de junio de 2008





















La reina abdicó al trono y cedió sus dotes de princesa.

Había perdido innumerables riquezas y su inexorable belleza. Cambió el satín y la seda por trapos de franela y perdió sus toques de delicadeza. Dejó las lenguas romances para proferir improperios cada cuarto de hora, los bailes de vals se remontan a otra hora, los perfumes, las telas persa, los jazmines y el té ya no han de renacer sino hasta el otro amanecer donde suele perecer la pesadilla de una noche que comenzó al atardecer.Ahora, se mira al espejo, sus ojos parecen arder, con vasta aspereza de pensar que alguna vez fue realeza. Se pinta la boca de rojo carmín, se pone las joyas de rojo rubí, se se sienta en la barra de tragos sin fin y como si nada pretende sonreír. La miran. Todos la miran. Ella se mira. Como siempre sus tragos al azahar le juegan una mala pasada y la dejan nuevamente en el asfalto del vacío, aquel que no tiene brío. Y cada noche: cinco monedas y nuevamente a dormir. Sin respuesta y con el cuerpo a cuestas. La princesa ha llegado a su fin.

  • "Lo que yo construí se lo llevó a cuestas la modernidad...
  • con ello mi belleza...
  • y mi frialdad.." AK

1 comentario:

Anónimo dijo...

I could give my own opinion with your topic that is not boring for me.