viernes, 18 de enero de 2008

Muda





A veces las sensaciones de estar caminando en una pintura, se vuelven comunes a mi realidad urbana y en ese delirar entre óleos y colores tan solo estoy caminando por una vereda tan de cemento como lo son las paredes y las esculturas y tan de sábila transparente me siento cual hojita partida de árbol oscuro por ese monstruo negro que sale como vapor de los bloques de metal que me aturden con su fragor diurno y a veces nocturno. Mientras pienso que en realidad yo nunca supe hablar muy bien y que mejor me asienta el escribir porque no quiero enfrentar al rinoceronte tenebroso del interlocutor que me acecha esperando una respuesta para seguir la conversación y que tal vez no debería tener boca y si la tengo será para otra cosa como para sonreír porque últimamente me da miedo hablar y sinceramente cada vez que tengo que salir de una pregunta incómoda moriría por ser Penny Crayon para dibujar en la pared una puerta y sutilmente pronunciar, y ese sí con gusto tanto discplicente, un "au revoir!" pero en todo caso esa sería la salida más cobarde y entonces tengo que hacerle caso a ese malcrío que llevo dentro de decir algo no tan normal, como niña engreída que soy, para generar una variación entre lo que podría ser una conversación normal y un desorden analítico mental en la cabeza de mi rinoceronte y se quede pensando su próxima línea mientras yo me escapo para analizar a "Vin" ¡en fin! prefiero tener un silencio externo a uno interior porque cuando no se oye nada por dentro de repente y se haya uno muerto y ahora estoy en el café parisino, como dije en algún principio, de mi querido y bien amado Van Gogh dándome "el gustito de un cortito" como solía decir Don Augusto Rodriguez Larrea cada vez que se presentaba vespertinamente en mi hogar blanco y Carmen sacaba las tacitas pequeñitas para el café recién pasado y todos podíamos oler como el aroma se impregnaba en el aire y llenaba más que las tazas por la tarde y basta ver de reojo a la realidad para darme cuenta de que todo eso me pasó en una milésima de segundo y que la memoria vuela con tan solo pasar por un café cualquiera que me recuerda a mi abuelo y me trae a Van Gogh y otra vez estoy tan solo caminando por una vereda tan de cemento como lo son las paredes y las esculturas y tan de sábila transparente me siento cual hojita partida de árbol oscuro por ese monstruo negro que sale como vapor de mi eterna ebullición y me hacen escapar para no contestar.
  • shhh