sábado, 5 de enero de 2008

Caminante sin camino




La verdad es que juntamos todas las fuerzas y rompiste todas solo para escapar, es algo tan inusual como dejar de respirar, como que un náufrago tenga un barco pero no quiera escapar, como tus ansias, esas locas, que buscabas al soñar y ahora solo tengo tus sueños rotos que tendré que remendar para que no me pesen a mí al andar porque éramos dos y ahora sólo uno ha de suspirar y entre tantas historias viejas algún día te he de mencionar como personaje histórico de nuestra batalla campal y si algún día me vieras por favor no me has de saludar porque en algún fallido intento te tuve que olvidar y tendré que volver al pasado en el cual me hiciste naufragar.

Entonces crearon las palabras y las expandieron para dejar sellado lo que emanaba de su corazón y mientras los vientos cantaban al mismo tiempo ellos creaban su promesa de honor. El problema es que sólo uno se creyó cantor y divulgar la prosa ya sin color es más doloroso que la entrada de un rayo del sol que irrumpe descarado en la oscuridad de un solitario corazón para revivirlo de su dolor. Cuando hubo despertado de la crueldad en la que se convirtió su cuento se dio con el penoso encuentro de aquel rencor que surge, que brota, que nace desde las entrañas, cuando se acaba el amor y el rostro ya no tiene más resplandor y no es necesario ser un sabio para adivinar que extrañaba sus malos labios y sus caricias de ciclón, porque sí lo eran, le estremecían hasta el alma. ¿Y ahora qué?-replicaba- cuando ya no queda más escrito en las hojas del destino es hora de encontrar un bien camino y darse cuenta que es mejor cantar solo que tener el eco de un mal sonido que retumba en los oídos y los hace colapsar, que es mejor estar herido porque el dolor tarde o temprano ayuda a sanar, que es mejor haber vivido y aprendido a escuchar más adelante un quejido por tanto fantasear.

La verdad es que juntamos todas las fuerzas y rompiste todas solo para escapar, es algo tan inusual como dejar de respirar, como que un náufrago tenga un barco pero no quiera escapar, como tus ansias, esas locas, que buscabas al soñar y ahora solo tengo tus sueños rotos que tendré que remendar para que no me pesen a mí al andar porque éramos dos y ahora sólo uno ha de suspirar y entre tantas historias viejas algún día te he de mencionar como personaje histórico de nuestra batalla campal y si algún día me vieras por favor no me has de saludar porque en algún fallido intento te tuve que olvidar y tendré que volver al pasado en el cual me hiciste naufragar.


  • malecón, malecón.

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