sábado, 1 de diciembre de 2007

Mandy.*





"Mandrágora golosa, tú solo quieres bailar.
Mandrágora celosa, tú solo quieres llorar."

Empieza el día. Ni bien entra un rayito de luz por la ranurita de su terrenal cama de pajitas y tubérculos se despierta y estira los brazos rechonchitos, o mejor dicho las raíces; mueve los tallitos y se despierta para ocultarse del sol. Cuando por fin se ha desperezado se pone su tocado de hojas y su blanca flor, para maquillarse coge un poco de rubor violáceo de las violetas del jardín que le ha mandado su prima Magnolia y se perfuma con aguas de azahar. Sale cantando en tono celestial al desayuno, come dos o tres nueces, y un poquito de jugo de sábila, se despide de sus hijitas, y a cada una les da unas gotitas de morango, todavía habrá que dejarlas crecer hasta el otoño. Va bajando de su casa con ayudadade la espiralada enredadera, a veces se le queda una que otra raíz o una hojita y se enoja y le reclama a la enredadera que es tiempo de cortar sus espinas. Ahora, a ver qué trae el día, últimamente no hay mucho por hacer sino hasta la noche. Pasa el día reposando entre la tierra, le encanta espiar lo que hacen los bichitos, es curiosa y culpable del desorden de mi habitación porque siempre termina experimentando con los perfumes y las aguas de colonia. Por la tarde, mientras va cayendo el sol regresa de su paseo fiel al camino de piedritas y, una que otra vez, se queda conversando con los tulipanes o las amapolas. Cuando por fin es hora de volver, el sol ya cayó y recién puede abrir bien los ojos, es hora de un clamido. ¡Mucho cuidado! Ahora viene el fragor, ¡la mandrágora está en todo su esplendor!, la voz le sale como prisionera del día y se propaga a los cuatro vientos, se libera, se despeja, ¡ay qué rico!-Soy una mandrágora feliz- parece decir.
Hoy no tengo sueño, por eso no puedo dormir. Le empiezo a contar que el día no ha sido exactamente como me lo imaginé, mientras ella va zurciendo un vestido de pétalos de azafrán, y desaparece corriendo para traerme una de sus pócimas. Mezcla aquí y por acá, menta y rayadura, nada de amargura, cáscara de manzana verde, parece que se ha terminado el té, qué mejor que la manzanilla entonces, exprime una sustancia púrpura de sus macetas, ahora la infusión comienza a burbujear. Baja con cuidado del estante trayendo el brebaje en un frasquito, otra vez se le atracó un tallito...¡pero qué renegona!( graciosas sus muecas). Llega con la electricidad de siempre, la vez pasada se lo dije-Renegarías menos si fueras menos atolondrada para bajar por la enredadera, debe ser que lo heredaste de tu tía Turcománica (me río)-¡Ya está!. Hace unos gestos extraños y con una mano en el tallo y la sonrisa de un tubérculo asegura mi felicidad soñadora, al menos por esta noche. ¿Qué es esto?-le digo- mira con ojitos inquisidores como si desconfiara de sus dotes, está empezando a balbucear... para no hacerla llorar mejor probamos su brebaje porque si no se pone a gritar y no hay quien la haga parar. Eres como una niñita, toda una engreída-repito- Ella sonríe, a su manera claro. Empiezo a delirar mientras va rociando el aire con la esencia de vainilla que extrajo esta mañana, el aire es dulce y de pronto empiezo a bostezar; abre la jaula y deja salir unas cuantas luciérnagas para que alumbren tenuemente la habitación, saca las cortinas de seda que un gusanito le regaló y sobre mi almohada deja una flor para que la vea por mañana; se queda todavía un rato más para asegurarse de que no me vaya a despertar, pero la vainilla empalaga su energía, adormece sus sentidos y no le da tiempo de ir hasta su hogar,-se pasó un poquito creo- yo todavía estoy despierta pero con los ojos cerrados, ahora puedo verla por una de mis comisuras, cierro rápido los párpados para que no vaya a sospechar. Sus ojitos se van cerrando y sus pasos parecen de vals, embriagada del aire se deja caer casi al término de la cama antes del precipicio y ella también está empezando a soñar; pero cómo no si anda todo el día de arriba abajo, no hace más que trajinar. Se acurruca entre las sábanas, es mi turno de cuidarla, antes de que su brebaje surta efecto, la llevo hasta su casa y la dejo descansar, mañana será otro día para contar. Dulces sueños mi querida solanácea, ahora es tiempo de descansar porque mañana urdiremos un plan.


  • Personajes
  • Mandy the mandrake
  • Mandy se estaba arreglando para la foto pero como se le acabó el rubor me dijo que tendría que esperar. La foto para la posteridad.
  • La libélula se ofreció.

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